Mitos y verdades sobre el consumo de leche y productos lácteos
¿Es este alimento básico o no para una dieta sana? Esta es solo una de las muchas preguntas que, con frecuencia, asaltan al consumidor, pero no es la única. Te las contamos…
Determinar si la leche es imprescindible o no para una dieta sana es solo una de las muchas preguntas que, con frecuencia, asaltan al consumidor. Pero no es la única y varios expertos e informes arrojan luz al respecto de algunas de las preguntas y dudas más frecuentes sobre el consumo de leche y productos lácteos. De forma general, los expertos de la Fundación Española de la Nutrición (FEN) recomiendan tomar al menos tres raciones diarias de leche o productos lácteos, que nos aporten más de la mitad del calcio necesario, además de proteínas de alta calidad y vitaminas del grupo B y D, para llevar una dieta saludable. Sin embargo, el 66% de los españoles no alcanzamos esta ingesta diaria recomendada, según Anibes, y algunos la excluyen directamente de su dieta, pensando que es posible obtener el calcio y la vitamina D que necesitamos a partir de otros alimentos.
Pero, ¿qué opinan al respecto los expertos en Nutrición? El profesor Gregorio Varela expuso durante la presentación del informe La Leche como vehículo de la salud para la población, realizado por la FEN, la Fundación Iberoamericana de Nutrición (Finut) y la Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética (Fesnad) que esto “es un completo error. De acuerdo a nuestro modelo alimentario occidental, la exclusión de los lácteos impide alcanzar las ingestas de referencia para todos los grupos de edad”.
Una de las primeras dudas es por qué, a diferencia de otros mamíferos, somos capaces de digerir la leche más allá de la lactancia y cómo hemos desarrollado esta capacidad. La respuesta está en nuestro proceso evolutivo. Este alimento se convirtió en una de las bases de nuestra alimentación con el nacimiento de la agricultura y la ganadería, hace aproximadamente 10.000 años. Después, aprendimos a conservarla y utilizarla para elaborar alimentos diferentes, como el queso o el yogur. Actualmente, más de 2.000 millones de personas son tolerantes a la lactosa.
No solo para niños
Otra cuestión gira en torno a la edad de consumo. Si bien existe un consenso general sobre los beneficios de la leche para los niños, una de las dudas más frecuentes sobre el consumo de estos alimentos es si también son importantes durante la edad adulta. Según un informe reciente de la Organización Mundial de la Salud, la leche supone la alimentación más completa para el bebé. Después del primer año, sigue representando el 40% de la alimentación infantil, por lo que su consumo sigue siendo básico. Tal y como señala el decálogo Importancia de la leche en la etapa infantil de la FEN, excluirla de la dieta o sustituirla por alternativas como las bebidas vegetales podría provocar desequilibrios nutricionales, así como afectar al crecimiento y desarrollo de los infantes.
Durante la edad adulta, continúa siendo indispensable para alcanzar el aporte diario de calcio, fósforo, proteínas y vitaminas que necesitamos para una nutrición saludable. Estudios de la OMS como Prospective Urban Rural Epidemiology también relacionan el consumo de lácteos con un menor riesgo de mortalidad y de sufrir enfermedades coronarias, infartos, fallo cardíaco o ictus.
¿Y en cuanto a sus propiedades generales? Pues bien, es un alimento caracterizado por su densidad nutricional, lo que significa que posee un alto contenido en nutrientes en relación con su valor calórico. En el modelo alimentario actual, la leche y los productos lácteos suponen la principal fuente de calcio y vitamina B2; se encuentran entre las tres primeras fuentes de proteínas, vitamina A, B12 y D y zinc, además de ser ricas en vitamina B6, fósforo, potasio y yodo. Gracias a estos nutrientes, contribuyen a conseguir un equilibrio adecuado entre hidratos de carbono, proteínas, vitaminas, minerales y grasas, imprescindible para una dieta saludable.
Ni demasiadas calorías ni demasiada grasa
Sin embargo, todavía es común la creencia de considerar que la leche aporta demasiadas calorías y grasas, por lo que no es recomendable si queremos cuidar nuestra línea. Estudios recientes de la FEN, como el Informe sobre el consumo de leche, yogur y queso como indicador de la calidad de la dieta y estilos de vida de en la población española, no obstante, desmienten esta idea. De hecho, los lácteos suponen solo el 12% de las calorías totales y el 14% de la grasa de la dieta española.
«La leche y los productos lácteos resultan beneficiosos para el cuidado de los huesos y para el correcto desarrollo durante la etapa infantil»
Las personas intolerantes pueden seguir tomándola
Uno de los falsos mitos más extendidos sobre el consumo de leche y productos lácteos es que la leche sienta mal. Existen personas con intolerancia a la lactosa o alérgicas a la leche, pero su consumo no implica problemas para la población en general. Las personas intolerantes a la lactosa pueden optar por leche sin lactosa, en la que el azúcar natural de la leche ya está predigerido. Por su parte, las alergias suelen presentarse generalmente al iniciar la lactancia artificial después de un periodo de lactancia materna prolongado, pero su incidencia es baja: solo entre el 1 y el 2% de los niños presenta estas alergias y de este porcentaje, solo el 15% la mantiene después de los seis años, según estudios recientes.
No favorece la producción de mocos
De igual forma, durante los últimos años también nos hemos acostumbrado a oír que el consumo de leche y productos lácteos durante la edad adulta está asociado a efectos perjudiciales sobre nuestra salud, como el incremento de producción de mocos o del riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares o cáncer. Hasta ahora, sin embargo, no existe evidencia científica que relacione la leche y estos supuestos efectos negativos. De hecho, informes recientes como La leche como vehículo de salud para la población de la FEN apuntan que estos productos resultan beneficiosos para el cuidado de nuestros huesos y es fundamental para el correcto desarrollo durante la etapa infantil
Un alimento natural más sostenible
En esa misma línea, los detractores del consumo de lácteos argumentan que la leche que consumimos hoy en día se ha convertido en un producto demasiado procesado. La normativa vigente sobre la producción de leche -que no ha cambiado desde los años 50- demuestra lo contrario. Esta ley garantiza que siga siendo un alimento natural, prohibiendo expresamente el uso de antibióticos y tratamientos hormonales en el ganado. Si bien es cierto que la leche se trata en fábrica para eliminar posibles bacterias, este proceso no afecta a su sabor ni a sus propiedades nutricionales.
¿Y qué hay de la contaminación de la industria láctea? Como toda acción humana, implica un impacto en el entorno, pero es cierto que, en los últimos años, usa la tecnología para intentar reducir su huella de carbono, mejorar su eficiencia energética, incorporar el uso de energías renovables e implementar mejoras en el diseño de sus envases, por ejemplo. También se ha realizado una apuesta por la producción local en granjas sostenibles y de proximidad, contribuyendo a la generación de empleo en zonas rurales.
Desde el sector argumentan que gracias a estas medidas se ha conseguido superar los objetivos marcados para el ciclo medioambiental 2015-2050: como la reducción del 20% de las emisiones de dióxido de carbono y el 20% del consumo de agua y electricidad, o lograr que el 100% de sus envases sean reciclables o reutilizables, una de las claves para en la transición hacia una economía de residuo cero.
Fuente:https://www.alimente.elconfidencial.com/ España